Empezamos con el estiramiento de siempre, con la misma música y seguimos con el calentamiento...
Nuevamente me pongo mis pesos de medio kilo en cada pierna y me siento en mi sitio para hacer la preparación física que tanto me cuesta, pero sé que sin ella no podría hacer nada.
Pasan varios minutos y siento las gotas de sudor caer por mi frente y el dolor en mis brazos y piernas, pero aún así quiero seguir.
Por fin terminamos, y todas corremos a colocar colchonetas en todos lados para empezar a hacer lo que más nos gusta.
Escucho a mi entrenadora que me marca el ejercicio y aunque estoy cansada las ganas superan mi cansancio y solo tengo ganas de hacer acrobacias.
Corro hacia la colchoneta a intentar una vez más ese elemento que tanto me cuesta y que llevo varias semanas practicando.
Noto como mis manos tocan el trampolín tan solo unos segundos ayudándome a impulsarme y rápidamente mis pies se elevan y vuelven al suelo haciéndome saltar. Mi cuerpo parece volar por un momento, mi mente solamente piensa en volar más alto, creo que lo puedo conseguir... Pero, nuevamente, noto como mi cuerpo cae al suelo.
No sé que he hecho mal, no entiendo por qué he vuelto a caer, pensaba que había superado el miedo y iba a conseguir superar este obstáculo, no lo entiendo...
Durante unos segundos me quedo en el suelo, intentando adivinar en qué he fallado esta vez. Esta vez no me he hecho daño, pero aún así siento la impotencia que es mayor que el dolor...
Miro a mi entrenadora, y me da esa sonrisa que me regala y necesito para levantarme y volver a intentarlo, me explica mi fallo y como podré mejorarlo... una vez más, el mismo fallo de siempre.
Creí que había conseguido superarlo, pero me equivoque, no importa lo voy a volver a intentar.
Me quedo delante del trampolín unos segundos antes de echar a correr hacia él, intentando visualizar mi objetivo. Vuelvo a correr. Mi cabeza intenta controlar todo mis movimientos, pero no consigue rectificar el fallo... nuevamente caigo al suelo. Esta vez no necesito que mi entrenadora vuelva a explicármelo, simplemente corregirlo...
Una vez más me coloco enfrente del trampolín, corro de nuevo, pero las fuerzas me fallan y caigo al suelo... esta vez sí me he hecho daño. Oigo a mi entrenadora, preocupada... Sus palabras me suenan huecas, ya no tienen el color de antes. El dolor, me importa poco, ahora solo estoy centrada en porqué fallo, porqué me he caído, porque no lo hago bien...
Las lágrimas me inundan los ojos, pero no son lágrimas de dolor, son lágrimas de frustración...de impotencia.
Y vuelvo, cada vez con menos fuerzas, a volver a intentarlo... Estaba ahí, justo apunto de echar a correr por mi sueño nuevamente... pero entonces apareció esas palabras en mi mente, las palabras que toda mi vida e intentado evitar... las palabras que me impiden seguir adelante, las que me hicieron retroceder y dejar de correr...
Sí, después de tantos intentos por dejarlas atrás, allí estaban dibujadas en mi cabeza : "No Puedo". Y por unos momentos, las deje estar allí, pisando mi sueño como si cualquier cosa, dejando que superaran a mis ilusiones.
Y dejo de intentarlo, por la estúpida idea de que había tocado techo, de que no podía más. Para cuando me dí cuenta de lo tonta que había sido, la clase había acabado. Por desgracia para mi, la gimnasia tiene su hora de fin...
Me pongo el chándal, con la mente todavía en el aire, con el arrepentimiento de haber dejado dominarme por el miedo, todavía con ese sabor amargo que queda cuando sabes que podías haber dado más de ti.
Entonces aparecen mis compañeras, que me dan el apoyo que necesito y me hacen darme cuenta que hoy no ha sido un día perdido...
Y recuerdo esa frase de mi entrenadora que me ayuda tanto: " Mañana será otro día".
Pues sí mañana sera otro día mejor, en el que sabré lo que tengo que hacer y lo que no, en el que no cometeré los fallo de hoy, y en el que intentaré superarme un poco más.
No voy a dejar que esto me supere, ni esto ni nada. Me encanta la Gimnasia ante todo y sobre todo, y seguiré adelante.
LA MAYOR GLORIA NO ESTA EN NO HABER CAÍDO NUNCA, SINO EN LEVANTARNOS CADA VEZ QUE CAEMOS.
